¿ES IMPOSIBLE FRENAR LA DELINCUENCIA?


  • Un estudiante con problemas mentales y armado hasta los dientes masacra a compañeros y profesores en su escuela.
  • Una niñita es raptada, y sus padres viven momentos de angustia inenarrable.
  • Un adolescente confiesa que mató a una persona sólo por diversión y que mostró el cadáver a unos amigos, quienes guardaron el secreto por varias semanas.
  • A través de internet, un depredador sexual intercambia trucos con otros pederastas sobre cómo seducir niños.

ESTO es solo una muestra de los atroces delitos que son noticia hoy día. ¿Se siente usted seguro en su barrio, sobre todo de noche? ¿Han sido usted o su familia víctimas de la delincuencia? Millones de personas en todo el globo —incluso en países que tenían fama de ser bastante seguros— viven en constante temor a causa del delito y la violencia. Demos un rápido vistazo al mundo.

JAPÓN. Según el Asia Times, “Japón se contaba entre los países más seguros del planeta [...]; ahora, la valiosa sensación de seguridad ciudadana parece ser cosa del pasado, y el sentimiento de seguridad nacional ha sido sustituido por una profunda inquietud ante el crimen y el terrorismo mundial”.

LATINOAMÉRICA. Según un reportaje publicado en 2006, varias personalidades de Brasil predicen una guerra de guerrillas en São Paulo. Los episodios de violencia que se registraron en la ciudad durante algunas semanas llevaron al presidente del país a ordenar el despliegue del ejército. En México y en Centroamérica, “la presencia de por lo menos 50.000 pandilleros juveniles [...] tiene en alerta a las autoridades de la región”, informa Tiempos del Mundo. Y añade: “Solo en el año 2005, alrededor de 15.000 personas fallecieron a manos de las pandillas juveniles en El Salvador, Honduras y Guatemala”.

CANADÁ. “Los criminalistas señalan el vertiginoso aumento de las bandas en el país —dijo el USA Today en 2006—. La policía [...] ha contabilizado 73 bandas callejeras en Toronto.” El jefe de policía de la ciudad reconoció que no existe una solución sencilla a la creciente cultura del gansterismo urbano.

SUDÁFRICA. El investigador criminal Patrick Burton declaró al Financial Mail que “el temor a la delincuencia está presente en todo aspecto de la vida de los jóvenes sudafricanos”. Destacan “los delitos violentos, como el robo agravado por el uso de armas, el secuestro y el atraco a bancos”.

FRANCIA. Muchos residentes de barrios de viviendas subsidiadas por el Estado son presas del terror diariamente cuando “suben por escaleras destruidas por vándalos, entran en estacionamientos que se han vuelto zonas prohibidas o utilizan el transporte público, que se torna peligroso al anochecer” (Guardian Weekly).

ESTADOS UNIDOS. Las bandas organizadas se suman a la ola criminal. Según el New York Times, una encuesta policial reveló que en un estado en particular, unos diecisiete mil jóvenes de ambos sexos pertenecen a alguna de las aproximadamente setecientas bandas que existen. Esta cifra representa un aumento de cerca de diez mil en tan solo cuatro años.

GRAN BRETAÑA. Comentando un informe del UNICEF sobre el efecto de la criminalidad en los niños, el Times de Londres observó: “El número de chicos británicos que son asesinados a tiros va en aumento. [...] Tanto las víctimas como los autores de delitos con armas de fuego son cada vez más jóvenes”. La población carcelaria de Inglaterra y Gales se ha disparado hasta alcanzar casi los ochenta mil presos.

KENIA. Unos asaltantes dispararon contra una mujer y su hija en una transitada calle porque tardaron en salir de su vehículo. Nairobi, la capital, es notoria por la diversidad de delitos que allí se cometen, entre ellos el asalto a conductores para robarles el coche, los atracos y la invasión violenta de casas.

¿Es imposible frenar la delincuencia? ¿Cuál es la verdadera causa de este fenómeno? ¿Podrá un día la gente vivir en paz y seguridad? Encontrará las respuestas en el siguiente artículo.

“LOS ESTUDIOS INDICAN QUE LA MAYORÍA DE LOS DELINCUENTES REINCIDENTES SEGUIRÁN CAUSANDO DAÑO AUN DESPUÉS DE SALIR DE LA CÁRCEL Y QUE LOS COSTOS, INCLUIDOS LOS QUE NO SE PUEDEN CALCULAR MONETARIAMENTE, SEGUIRÁN SIENDO ASTRONÓMICOS.” (INSIDE THE CRIMINAL MIND [LA MENTE CRIMINAL], DEL DOCTOR STANTON E. SAMENOW.)

SEA donde sea que vivamos, parece que cada día se cometen delitos más atroces. Es lógico, pues, que nos preguntemos: ¿Son efectivos los métodos disuasivos aplicados por las autoridades, como sanciones más severas, penas privativas de libertad, etc.? ¿Reforman las cárceles a los malhechores? Y más importante aún, ¿está la sociedad atacando la raíz del problema?

Refiriéndose a las medidas que se adoptan con el fin de contener la delincuencia, el autor arriba citado escribió: “Tras su paso por la cárcel, [el delincuente] tal vez sea más astuto y más cauto, pero no deja de aprovecharse de otros ni de cometer fechorías. Los índices de reincidencia solo reflejan el número de los que no han sido lo bastante cuidadosos para evitar que los capturen [otra vez]”. En efecto, las cárceles suelen convertirse en “escuelas de etiqueta” donde, sin proponérselo, se ayuda al malhechor a refinar su comportamiento antisocial (véase el recuadro “¿Escuelas de delincuencia?”).

Por otra parte, la impunidad de los delitos envía a los delincuentes un mensaje equivocado: que el crimen sí paga; esto los incentiva a proseguir sus actividades con más osadía. Como escribió un antiguo rey: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo” (Eclesiastés 8:11).

¿Delincuentes por necesidad o por elección?

¿Es el delito la única opción que tienen algunas personas para sobrevivir? “Al principio veía el delito casi como una reacción normal, por no decir justificable, a la miseria absoluta, la inestabilidad y la desesperación en la que estaban sumidos los delincuentes”, confiesa Samenow. No obstante, después de estudiar el tema en profundidad, cambió de opinión. “Los delincuentes son lo que son por elección propia —dice—. El delito [...] es ‘causado’ por la forma de pensar del sujeto y no por el ambiente que lo rodea.” Y añade: “La conducta es principalmente el resultado del pensamiento. Todo acto va precedido, acompañado y seguido del pensamiento”. Su conclusión fue que, más que víctimas, los delincuentes “son victimarios que han elegido libremente su modo de vivir”.*

Elegir, esa es la palabra clave. Un titular aparecido hace poco en un periódico británico decía así: “El delito es la carrera más elegida por jóvenes urbanos que aspiran a algo mejor”. Por haber sido dotados de libre albedrío, los seres humanos tenemos la capacidad de elegir qué camino tomar, aun en circunstancias difíciles. La prueba está en que hay millones de personas que luchan a diario contra la injusticia social y la pobreza o viven en familias disfuncionales y, sin embargo, no se han convertido en delincuentes. “El delito lo causan los delincuentes —asevera Samenow—, no los malos vecindarios ni los malos padres [...] ni el desempleo. Su origen reside en la mente de los individuos y no en las condiciones sociales.”

El delito nace de adentro

La Biblia pone el acento en la persona interior más bien que en las circunstancias. Santiago 1:14, 15 explica: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. Los malos pensamientos alimentan los malos deseos; estos, a su vez, pueden traducirse en acciones perjudiciales. Por ejemplo, la simple curiosidad por la pornografía puede tornarse en una obsesión por el sexo que lleve a una persona a hacer realidad sus fantasías, quizás traspasando la ley.

Otro factor es la importancia que el mundo atribuye al yo, al dinero, a los placeres y a la gratificación instantánea. La Biblia predijo lo siguiente para nuestros tiempos: “En los últimos días [...] los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] feroces, sin amor del bien [...] [y] amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-5). Lamentablemente, dichas actitudes se ven fomentadas por el cine, los videojuegos, la literatura y los malos modelos de conducta, lo que favorece el crecimiento del delito.# Con todo y eso, nadie tiene por qué sucumbir a tales influencias. Es más, hay personas que, pese a su pasado delictivo, han cambiado completamente su actitud y forma de vivir.

Es posible regenerarse

Que alguien sea delincuente no significa que esté condenado a serlo por el resto de su existencia. El libro Inside the Criminal Mind sostiene que así como una persona puede elegir la senda del delito, así también “puede optar por otra vía y aprender a vivir con responsabilidad”.

La experiencia ha demostrado que, sean cuales sean sus antecedentes, la gente puede regenerarse.% Solo se necesita el deseo de cambiar las actitudes, las motivaciones y los patrones de pensamiento para que se ajusten a las normas inmutables del Creador y no a los valores cambiantes del hombre. Al fin y al cabo, ¿quién sino Dios sabe lo que más nos conviene? Además, ¿acaso no tiene él el derecho a determinar lo que es bueno y lo que es malo para los humanos? Con ese fin inspiró a unos cuarenta hombres devotos para que escribieran lo que hoy conocemos como la Santa Biblia, un libro singular que bien podríamos llamar el manual del hombre para una vida feliz y con sentido (2 Timoteo 3:16, 17).

MILLONES DE PERSONAS SOPORTAN LA POBREZA SIN RECURRIR AL DELITO

Es verdad que realizar los cambios necesarios para agradar a Dios no es cosa fácil, ya que debemos combatir el tirón de nuestras tendencias pecaminosas. De hecho, un escritor bíblico calificó de ‘guerra’ al conflicto que libraba en su interior (Romanos 7:21-25). Pero él superó victorioso la prueba porque confiaba, no en sus propias fuerzas, sino en la de Dios, cuya Palabra inspirada “es viva, y ejerce poder” (Hebreos 4:12).

El poder de una buena “dieta”

Una alimentación equilibrada es esencial para la salud corporal, pero igualmente importante es masticar bien los alimentos para que se realice una buena digestión, y eso toma tiempo y esfuerzo. Del mismo modo, si queremos gozar de salud espiritual, debemos “masticar” bien las expresiones de Dios para que puedan ser asimiladas por la mente y el corazón (Mateo 4:4). La Biblia aconseja: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas [...] y el Dios de la paz estará con ustedes” (Filipenses 4:8, 9).

Note que si uno quiere que los vicios de la vieja personalidad den paso a las virtudes de la nueva, tiene que ‘continuar considerando’ los pensamientos de Dios. Para ello hace falta paciencia, pues el crecimiento espiritual no ocurre de la noche a la mañana (Colosenses 1:9, 10; 3:8-10).

Veamos un ejemplo. Cierta mujer sufrió abuso sexual de niña y se hizo adicta a las drogas, el alcohol y el tabaco. Hoy cumple una condena de cadena perpetua acusada de varios delitos. En la cárcel empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová y a aplicar las verdades que aprendía. ¿Con qué resultados? Fue cambiando gradualmente su anterior forma de ser hasta adquirir una nueva personalidad semejante a la de Cristo. Ya no es esclava de los vicios ni de los pensamientos destructivos. Uno de sus textos favoritos es 2 Corintios 3:17, que dice: “Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”. Aunque se halla entre rejas, esta mujer disfruta de una libertad que nunca antes había conocido.

Dios es misericordioso

Para Jehová Dios, nadie es automáticamente una causa perdida. Su Hijo, Jesucristo, dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores a arrepentimiento” (Lucas 5:32). Es cierto, sí, que vivir conforme a las normas de la Biblia puede ser difícil; pero si somos pacientes y nos valemos de la ayuda que Dios brinda, como es el apoyo amoroso de cristianos espirituales, es posible lograrlo (Lucas 11:9-13; Gálatas 5:22, 23). Por tal razón, los testigos de Jehová en todo el mundo visitan las cárceles y enseñan la Biblia gratis a hombres y mujeres sinceros que han cometido delitos de todo tipo; en muchas de ellas también celebran semanalmente reuniones cristianas (Hebreos 10:24, 25).^

Pese a que hay malhechores que han abandonado sus prácticas y han abrazado el verdadero cristianismo, la Biblia habla abiertamente de un “aumento del desafuero” (Mateo 24:12). Como veremos en el próximo artículo, esta predicción forma parte de una profecía mucho más abarcadora que contiene magníficas noticias.

Publicado en ¡Despertad! de febrero de 2008


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