Mis amigos


MIS AMIGOS

Voy confesar que llevo toda mi vida mintiendo. Toda mi vida he dicho que he estado solo y que mi única compañía fue ella, la soledad. Sin embargo el tiempo me ha hecho entender que nunca he estado solo. Ayer fueron 6 millones… hoy son 7 millones… mañana serán una gran muchedumbre que no se podrá contar. Es cierto que no conozco a cada una de estas personas, pero si conozco a algunas. Y puedo afirmar que son las mejores personas que he conocido. Obviamente no son perfectas, son humanos, pero tienen 2 cosas especiales: 1) Aman a Jehová; 2) Son mis amigos.


En cierta ocasión yo estaba con muchas amistades del mundo, éramos un grupo de unos 15 chicos que jugábamos a un videojuego cada día varias horas. Habíamos llegado a estrechar lazos. Pero uno de ellos me reto a una prueba. Me dijo que si yo faltaba, me ausentaba unos días, ninguno me llamaría, ni dejaría un mensaje para mí. Y por circunstancias de la vida, no mucho después tuve que ausentarme unas semanas. Al volver muchos de esos “amigos” ni me reconocían. Y solo habían pasado 3 semanas.


Llevo en el pueblo de Jehová toda mi vida, si bien a veces he aflojado el paso un poco, como ocurrió durante ese periodo. Pero estar tantos años en la verdad me ha permitido conocer a cientos… quizás miles de hermanos de todo el globo terráqueo. He vivido en diferentes sitios y he eso me ha permitido servir en distintas congregaciones, así como asistir muchas asambleas. Y dejar por el camino muchos amigos. Amigos que Jehová, sin duda alguna, ha puesto en mi camino.


Es indescriptible la sensación de volver a ver a alguien que hace años que no veías. Encontrártelo por casualidad en una asamblea… Recuerdo la internacional de 2003. Mi familia y yo asistimos a la sede de Barcelona. Uno de los días de asamblea, cuando nos marchábamos para casa, a la salida nos encontramos con un grupo de hermanos de Bilbao. Yo no les conocía, pero mis padres sí. Hacía casi 20 años que mis padres habían dejado de vivir en Bilbao, y también buenos amigos. Yo solo era un bebe, por eso no los reconocí. Sin embargo todos y cada uno de ellos me abrazaron llorosos de felicidad de verme. Luego me explicaron que cuando yo era bebe muchas veces iban a casa a cuidarme o que me cogían en el salón. Que acompañaban a mis papas en la predicación. Yo aun no tenia uso de conciencia y ya tenía esos amigos. Entre estos hermanos se encontraba Rafael, uno de los que siempre quise conocer. Fue él quien dio el estudio bíblico a mi padre junto a su yerno Víctor. Por su parte, la esposa de Víctor dio el estudio a mi mama. Había oído maravillas del hermano Rafael, a quien solo puedo comparar con el apóstol Pablo. Un hermano fiel, que había sufrido mucho a causa de la verdad, incluso el encarcelamiento y sin embargo parecía que cada aliento que exhalaba contenía consigo conocimiento. Es como si la sabiduría de Jehová viviera dentro de él como una llama fulgurante.


A veces recibo llamadas telefónicas de amigos que hace años que no veo, por la distancia. Y son llamadas muy emotivas en las que se notan que el que está al otro lado te quiero y se preocupa por ti. No como suele hacer este mundo que o no llama o si lo hace es por puro trámite.


También tengo unos amigos, algo más especiales para mí. Estos son hermanos a los que acudo en tiempo de angustia. Hermanos que con su simple presencia, con su simple voz, me animan. Algunos hace mucho que no les veo, a otros les veo en las asambleas y algunos ni siquiera les he visto nunca, pero les he conocido a distancia por medio de otros hermanos.
Siempre que estoy triste, deprimido, sumido en problemas, o feliz, alegre, contento están ahí para escucharme y apoyarme o alegrarse conmigo. Y es una hermosa sensación saber que si miro alrededor mío puede parecer que está vacío, pero si miro bien estoy cercado por una nube de testigos.


Algún día la promesa de Jehová de convertir la tierra en un paraíso será real y yo quiero estar allí junto a mis amigos disfrutando de aquel hermoso jardín donde ya no escucharán más mis lágrimas, bueno, mejor dicho, donde no dejaran de oír mis lágrimas de felicidad. Y yo las suyas.


Pero a pesar de todos estos buenos amigos sigue habiendo uno especial, el más especial de todos.

Durante años no le hice mucho caso, y aún hoy creo que no le hago suficiente caso. Él ha estado conmigo desde antes que yo naciese y aún si muero él seguirá ahí. Cuando estoy triste él se pone triste. Si yo me regocijo él se alegra conmigo. Siempre es el primero en enterarse de todo lo que me ocurre y sabe darme una palabra de estímulo al momento adecuado. Cuando más solo me siento, más cerca mía está. Y aunque cometo muchos errores siempre me perdona y tiende su mano. Es el único que hasta ahora no me ha fallado y se de seguro que no me fallará. Es mi confianza, mi torre segura, mi fortaleza… Gracias a él he conocido a todos mis otros amigos. Tantos amigos como jamás pensé que llegaría a tener.

Puedo afirmar que en el universo, en la historia de la creación, no hay ni habrá amigo como él. Por cierto, creo que también es tu mejor amigo. Y si no lo es, ¿A qué esperas para conocerlo? Te está esperando con los brazos abiertos.


Ahhh…. Su nombre es: Jehová.

Gracias a todos mis amigos por serlo, por ser más que eso, unos hermanos apegados y dispuestos a haceros pedazos por mí, como yo lo estoy por vosotros. Los quiero.

(Proverbios 17: 17; 18: 24; Juan 15: 13, 14)

Gracias a Dsc828




;

0 comentarios:

Audio semanal