¿Por qué existe el sufrimiento?

Job sufrió a un grado extremo. Todos sus hijos murieron en una tormenta; se vio sumido en la pobreza; padeció una dolorosa enfermedad, y aguantó la presión de falsos amigos. En medio de todo esto, hizo algunos comentarios precipitados (Job 6:3). Pero Dios tomó en cuenta las circunstancias (Job 35:15). Sabía lo que había en el corazón de su siervo y le dio el consejo necesario. Dios actúa de igual manera con personas de la actualidad.

Un mozambiqueño llamado Castro contaba 10 años cuando murió su madre. El golpe lo dejó deshecho. “¿Por qué tuvo que morir y abandonarnos?”, preguntaba. A pesar de haber sido criado por padres devotos, estaba muy confundido. ¿Cómo tranquilizaría su mente y corazón? Halló consuelo leyendo una pequeña Biblia en chichewa y comentándola con sus hermanos mayores.

Poco a poco, Castro comprendió que su madre no había fallecido porque Dios fuera injusto, sino por la imperfección heredada de Adán (Romanos 5:12; 6:23). Su mayor consuelo fue la promesa bíblica de la resurrección, pues le dio motivos para confiar en que volvería a ver a su madre (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15). Lamentablemente, su padre murió cuatro años más tarde. Pero entonces Castro ya estaba en mejores condiciones de afrontar la pérdida. En la actualidad, ama a Jehová y es un fiel siervo suyo. El gozo que ha encontrado resulta evidente para todos sus conocidos.

Muchas personas que han perdido a seres queridos hallan consuelo en las mismas verdades bíblicas que confortaron a Castro. Quienes han sufrido gran dolor por los actos de gente malvada se preguntan, al igual que Job: “¿Por qué siguen viviendo los inicuos mismos[?]” (Job 21:7). Cuando escuchamos las respuestas que Dios da en su Palabra, nos damos cuenta de que su forma de manejar los asuntos nos beneficia (2 Pedro 3:9).

Aunque Barbara se crió en Estados Unidos y no vivió los horrores de la guerra, creció en un mundo en conflicto. Los informes de las atrocidades bélicas estaban a la orden del día. Además, al cursar sus estudios, descubrió con extrañeza que el desarrollo de algunos sucesos históricos fue aparentemente impredecible. ¿A qué se debió? ¿No le importaba a Dios lo que ocurría? Creía en la existencia de Dios, pero tenía sentimientos encontrados en cuanto a él.

Sin embargo, su actitud ante la vida cambió gracias a los testigos de Jehová. Los escuchó, estudió la Biblia con ellos y asistió a varias reuniones en el Salón del Reino e incluso a una de sus asambleas grandes. También observó que, cuando les hacía preguntas, no recibía de cada uno una opinión diferente, sino que todos hablaban de acuerdo porque su modo de pensar se basaba en la Biblia.

Los Testigos le demostraron con las Escrituras que el mundo está bajo la influencia de Satanás el Diablo, su gobernante, y refleja su espíritu (Juan 14:30; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:1-3; 1 Juan 5:19). Le explicaron a Barbara que algunos sucesos que la habían perturbado se habían anunciado de antemano en la Biblia (Daniel, capítulos 2, 7 y 8). Dios los ha predicho porque puede prever el futuro cuando opta por hacerlo. Él ha provocado algunos sucesos y simplemente ha permitido otros. Los Testigos le mostraron que la Biblia también predice para nuestros días acontecimientos buenos y malos, y explica su significado (Mateo 24:3-14). Le enseñaron las promesas bíblicas de un nuevo mundo en el que reinará la justicia y el sufrimiento ya no existirá (2 Pedro 3:13; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).

Barbara fue comprendiendo gradualmente que, aunque Jehová Dios no es culpable del sufrimiento humano, no lo impide obligando a la gente a obedecer sus mandamientos cuando esta no desea hacerlo (Deuteronomio 30:19, 20). Él ha dispuesto lo necesario para que vivamos felices por toda la eternidad, y ahora nos permite demostrar si estamos dispuestos a vivir en armonía con sus justos caminos o no (Revelación 14:6, 7). Barbara se resolvió a aprender y cumplir los requisitos divinos. Además, encontró entre los testigos de Jehová el amor que, tal como indicó Jesús, caracteriza a sus seguidores verdaderos (Juan 13:34, 35).

Usted también puede beneficiarse de las mismas ayudas que ella.

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